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sexta-feira, 18 de fevereiro de 2011

Vida e vida eterna.




Enviado por Caio Capelari trechos do livro "Qué es la vida?", no capítulo "La Vida y la Vida Eterna", de Marie Hendrickx
 "En efecto, si Dios, que es amor, creó al hombre a su imagen, significa que lo hizo capaz de amar. Si Dios, que es Trinidad creó al hombre a su imagen, significa que lo hizo capaz de desarollar en sí un espacio, una distancia, donde Dios y los demás hombres pueden encontrar un lugar siendo ellos mismos. Al mismo tiempo le ha hecho capaz de una apertura sin reservas y de un respeto absoluto por cada una delas demás personas, divinas (Trinidad) o humanas, para construir la comunidada la que aspira donde "todos son uno" (cf. Jo 17,11) [...] 

Podemos proponer desde ahora la original interpretación que Jean-Luc Marion da del pecado: el pecado es lo que destruye la distancia interna, la distancia entre yo y el yo, en la que puedo albergar el Otro (Dios) y al otro (las personas), esa distancia que hace posible la relación. De hecho, si no puedo crear un espacio dentro de mí, no puedo dejar ningún espacio al otro. Haré del otro algo mío, mi esclavo, o trataré de servirme de él con astucia [...] El pecado está estrechamente ligado a la muete porque es lo que me hace ser diferente de Dios, lo que me reduce a esa vida biológica que, cuando se soporta, no va mas allá de sí misma y se disuelve irremediablemente. [...]

El demonio es ese individuo que ha rechazado la relación y que se empeña en destruirla a sí mismo y en destruir todo aquelle con lo que podría relacionarse. Es el ser encerrado en sí mismo por excelencia, que no se tolera a sí mismo y no tolera nada externo a él. Satanás esta solo por su culpa, pero como no puede destruir a Dios que es fuente de su ser, su voluntad ahora es no ser. Se ha condenado a subsistir en esa eterna aspiración a la nada que es el infierno [...]

La atuación del cristiano en favor de una sociedad donde reine la justicia pone en marcha, por si misma, una lucha muy diferente de la que empuja la escatología inmanente, especialmente la marxista: no se puede esperar de una revolución la superación definitiva de la alienación y de la deshumanización del presente. No es suficiente instaurar nuevas estruturas econónimas, sociales y políticas para cambiar el corazón del hombre. Las estruturas son una consecuencia del pecado antes de convertirse en su causa [...]

El Hijo de Dios hecho hombre, Jesús, murió amándome. Esta es la garantía que faltaba al desafio de la fe. Dios Padre lo resucitó de entre los muertos. Esta certeza me permite correr el riesgo de amar a mi prójimo".

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